14 de enero de 2010

El Límite Roto

-"Vuestras débiles mentes están limitadas a la cordura"- pensé al tiempo que se regocijaban en una sencilla carcajada.
Nunca me afectó, en realidad. Yo reía por lo bajo mientras veía, a través de los idénticos rostros, una historia de miedo masivo.
En tiempos lejanos a ésta hórrida era, hubo hombres condenados que compartieron mi valor. Los demás, han vivido asustados de sus capacidades, aterrados por el hecho de que pueden hacer más en este mundo que comer y respirar.
Mientras ésta idea se filtraba en el constante caos de mis pensamientos, me sentí sólo de nuevo. Aburrido, ya, de jugar con la debilidad de las mentes que me rodeaban, marché en dirección contraria al grupo.
-¿Por qué siempre se reúnen?- cuestioné al vacío. -¿Es acaso por el miedo que han heredado? ¿temen convertirse en bestias de la soledad? Toda parecía absurdo, si conocieran lo que he visto y lo que soy capaz de ver, matarían por andar conmigo por el amplio camino que escogí.
Con el tiempo se había vuelto fácil, la mandibula baja de aquél que no ha comprendido, el ceño fruncido del que no quiere pertenecer a lo distintivo, el desvío de la mirada combinado con el movimiento agresivo del brazo derecho del que quiere que me aleje, pues me he acercado al punto en que podría ayudarle. Todo.
He sabido manipular la simplicidad de su existencia, rendido ya, ante la imposibilidad de mi destinado oficio: Salvarlos a todos.
Aún así me han llamado loco, me han agredido y condenado a la soledad. -No es su culpa-, pienso cada vez - Esta es solo una herencia maldita, he de cultivarlos, para que sepan librarse con su propia fuerza, del simplismo al que su mente fue condenada.-

2 comentarios:

  1. Hola.

    Qué bueno que decidiste abrir un blog, me haré lector asiduo de él.
    Me gustó el escrito, recordé mi época secu-prepa. Me gusta tu forma de escribir.
    Estamos en contacto.
    Saludos,
    Eduardo. :)

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