22 de enero de 2010

La Obsoleta Ilusión del Lenguaje

Nótese que las siguientes palabras pueden arremeter violentamente contra las bases de la lingüística, esto debido a que les brindo este acceso a mi mente, desde una de las invenciones más populares del hombre. Conocese como "teléfono celular".

Dicho esto, procedo a expresar mi preocupación, no, mi temor surgido de un análisis de carácter... Epifánico.
No sé ni me importa si mi anterior adjetivo es un artificio procedente de una fusión de palabras que mi perturbada mente creó.

De vuelta a mi comunicado de sincero miedo, vino a mí la siguiente revelación: las lenguas, idiomas y dialectos son una ilusión obsoleta, una limitación más en nuestro camino a la iluminación. Es muy simple: las palabras no pueden expresar el caos que se genera en la mente humana. Una emoción tal como el odio no cabe dentro de un despectivo o un vulgar insulto, estos son obsoletos y cruelmente simples ante el desprecio y las potenciales acciones de las que un ser humano es capaz. Nuestra comunicación está limitada a definiciones, concepciones y entendimientos personales. Una palabra no puede transmitir el goze de la vida o el miedo que nuestra mortalidad nos inspira. Ahora mismo estoy seguro de que cada individuo que lea esta declaración entenderá algo diferente a lo que yo he querido decir, pero cada ser humano (por simple que sea o pretenda ser ) recibe un atisbo de la idea original.

Y lo anterior he de corregir; me parece imposible que no haya una forma más bella de expresar el caos.

Cada una de las palabras que componen este escrito agreden al pensamiento virgen, a la idea original y convierten este vacío que siento en miedo, pues no hay palabra que describa mi interior. Y la humanidad debe generalizarlo, hacelo simple, asignarle una palabra y descripción.

Una vez más he sido derrotado por limitaciones de la lengua y por la reticencia maligna de las masas a aventurarse en sus ideas... Vuestro dios se apiade de sus simplistas mentes. Yo no pienso hacerlo

14 de enero de 2010

El Límite Roto

-"Vuestras débiles mentes están limitadas a la cordura"- pensé al tiempo que se regocijaban en una sencilla carcajada.
Nunca me afectó, en realidad. Yo reía por lo bajo mientras veía, a través de los idénticos rostros, una historia de miedo masivo.
En tiempos lejanos a ésta hórrida era, hubo hombres condenados que compartieron mi valor. Los demás, han vivido asustados de sus capacidades, aterrados por el hecho de que pueden hacer más en este mundo que comer y respirar.
Mientras ésta idea se filtraba en el constante caos de mis pensamientos, me sentí sólo de nuevo. Aburrido, ya, de jugar con la debilidad de las mentes que me rodeaban, marché en dirección contraria al grupo.
-¿Por qué siempre se reúnen?- cuestioné al vacío. -¿Es acaso por el miedo que han heredado? ¿temen convertirse en bestias de la soledad? Toda parecía absurdo, si conocieran lo que he visto y lo que soy capaz de ver, matarían por andar conmigo por el amplio camino que escogí.
Con el tiempo se había vuelto fácil, la mandibula baja de aquél que no ha comprendido, el ceño fruncido del que no quiere pertenecer a lo distintivo, el desvío de la mirada combinado con el movimiento agresivo del brazo derecho del que quiere que me aleje, pues me he acercado al punto en que podría ayudarle. Todo.
He sabido manipular la simplicidad de su existencia, rendido ya, ante la imposibilidad de mi destinado oficio: Salvarlos a todos.
Aún así me han llamado loco, me han agredido y condenado a la soledad. -No es su culpa-, pienso cada vez - Esta es solo una herencia maldita, he de cultivarlos, para que sepan librarse con su propia fuerza, del simplismo al que su mente fue condenada.-